lunes, enero 01, 2007

La clandestinidad me agota, gota a gota. Esconderse entre tus neuronas sensitivas ha dejado de ser un juego emocionante por peligroso. Llevar pegada con silicona la máscara que me construiste ha terminado por destruir el eterno carnaval en el que vivo. El plástico es engullido finalmente por la piel y el verdadero rostro me delata. Ha pasado el tiempo. Demasiado. Más tiempo del que debí prestarte nunca. La sonrisa perenne que mantenía en la boca antes de ser tapada la faz ha tornado en gesto agrio tras su descubrimiento. Ahora sólo es carnaval porque podemos comer carne y devorarnos, masticándonos tanto que sea imposible reconocernos. Perdóname, pues, por querer gritar que te quiero así como yo te perdono que no me dejes hacerlo. Basta de capas y minutos robados al tiempo. Fuera las razones, fuera los silencios. Váyanse los llantos que no anuncian nada bueno. A la calle las lamentaciones, a la mierda los secretos.

Voy recorriendo un camino que me aleja.
Y me alegro.