miércoles, abril 11, 2007

Amor Dazada

Un pañuelo blanco me aprieta la boca. Es metáfora. Un pañuelo blanco me aprieta
la boca y... Bueno, no tiene porqué ser blanco. Pero a lo que vamos. La culpa es mía, por este miedo a equivocarme y por esta inseguridad que me acompaña desde que tengo asegurada tu compañía. A todo riesgo. Las palabras siguen su curso normal hasta que van a ser expulsadas. Es entonces cuando empiezan las castañuelas de mis mandíbulas a repicar, el tic del pie en posición on y la linfa a correr a 300 kilómetros hora sin reducir en las curvas. Todo un espectáculo de títeres moviéndome sin control sobre mi cuerpo. Y aunque el temblor no me delate porque el café o el frío son buenas coartadas, tú te quedas sin saber preguntas y yo me quedo sin preguntar respuestas.

En fin, como te he dicho, hoy en soñado que me pretendía el novio de la hija de Bush… Es cierto que se me va la cabeza hasta en sueños, incluso ahora mismo me estoy riendo de la chorrada que he soñado, pero algo tendrá que ver. Aunque tú sabes de qué te hablo cuando apenas te hablo de nada y te digo que tengo frío.